¿Qué es ser ateo?
Ateísmo, secular, ¿por qué no? Pero ateo, ¿a quién le importa? A diferencia del laicismo, subvencionado en este país, como las sectas, absolutamente nadie reconoce este derecho al ateísmo. Y es sin lugar a dudas una suerte.
En todo caso, los ateos, por su parte, no se quejan de esto por el hecho de que su estatus es muy diferente. De hecho, si el laicismo aboga por la separación de las Iglesias (léase «religiones») y el Estado, el ateísmo, en cambio, aboga por la de las religiones y las conciencias.
Si el laicismo es polimorfo, el ateísmo lo es aún más. Se puede localizar desde la izquierda hasta la derecha, desde los marxistas radicales hasta los ultraliberales.
Desde el «buen cura» Meslier, que, ya en el siglo XVIII, preconizaba el ateísmo para liberar a las masas de la opresión política y social, hasta Friedrich Nietzsche, que, por el contrario, quería reservarlo sólo para la aristocracia intelectual y social (su «bruto rubio» desprecia al pueblo), para cuyo desarrollo las masas habían de estar compuestas por esclavos.
Conque, si el ateísmo aboga por la «nada», como opinan algunos, lo tiene todo. «El siglo XXI va a ser espiritual «, se dice, atribuyendo falsamente esta frase a André Malraux. El retorno del fundamentalismo y la violencia con la que se expresa semejan confirmar esta afirmación.
Tanto más cuanto que no se habla solo de los atentados de los «locos del Islam», sino más bien asimismo de la bestialidad asesina de los «locos de otras religiones».
Las de los fundamentalistas budistas, por servirnos de un ejemplo, igualmente asesinas, en Lhasa, en el Tíbet, en 2008, en Meiktila, en Birmania, en 2013, o en Aluthgama, en Sri Lanka, en 2014, por citar ciertas de esta religión que dicen tan pacífica.
Argumentos Ateos
En la actualidad, en nuestra sociedad secularizada, no hay necesidad de ocultar su pensamiento impío.
Opuestamente a este retorno, oh tan violento, de lo religioso, el ateísmo jamás, no obstante, al menos en Europa (¡exceptuando Polonia o Turquía!), estuvo tan a gusto en extenderse.
En la actualidad, en nuestra sociedad secularizada, no hay necesidad de ocultar su pensamiento impío. Ser ateo y aseverarse como tal por el momento no presenta, naturalmente, el peligro de tener que evaluar el «encanto» de las piras en las que, antes de la Revolución, se quemaba alegremente a incrédulos, herejes y otros apóstatas.
En el mundo francófono, desde la cima de su popularidad mediática, Michel Onfray contribuyó sin duda a ello, antes de pasar a otras preocupaciones más consensuadas y posmodernas, revisando la Revolución Francesa de la forma más retrógrada viable.
Pero si no queremos confundir causas y consecuencias, es frente toda la sociedad en su grupo la que se ha abierto al ateísmo, ofreciendo a los pensadores ateos un espacio al que llamar hogar. Retrasada, como siempre y cuando se trata de concepciones del mundo y de la conciencia social, esta «ateización» intrínseca de la sociedad europea es la prolongación a destiempo del estado de confort y del consumismo popular (la seguridad social resguardando mejor que todos y cada uno de los santos, el mundo profano ofertando más de lo que el planeta celestial asegura), de la píldora anticonceptiva también (la brida religiosa soltándose ante la liberación sexual).
Y si la gran contracción económica y el vih han venido a cuestionar todo esto, permitiendo a las religiones reconstruir su salud -y en sus convulsiones fundamentalistas, una psicosis-, el ateísmo se instaló con comodidad y, si bien golpeado por los vientos contrarios, está madurando en él.
De esta manera, cada vez somos más los que nos declaramos ateos, como detallan precisamente las investigaciones. E incluso éstos acostumbran a minimizar la verdad, pues entendemos que, por el retraso de la conciencia en la evolución social, muchas personas confunden el ethos cultural con la convicción íntima, aseverando ser católicos, o musulmanes, o judíos. mientras dicen no opinar ahora en Dios.
Y entonces, en un momento en que la democracia parlamentaria ha tomado el relevo de la tiranía feudal bendecida por la Iglesia, el centro de gravedad del atontamiento de las masas debe haberse desplazado asimismo de las ilusiones de la religión a las de la democracia parlamentaria.
Por tanto, «desilusionar» a la multitud actualmente significaría denunciar y deconstruir los mecanismos por los que hacemos creer que nuestra sociedad, esta máquina de hacer miseria y exclusión, es el mejor de los mundos posibles: que es insuperable y el único en el que los desgraciados pueden esperar ser contentos, ya no en el Cielo, sino más bien en la Tierra en esta ocasión.
Ateo significado
¿Por qué se afirma ateo? ¿Y no, más prudentemente, un agnóstico? Y es que, cediendo a la necesidad consensuada de una duda que es de buena educación reclamar sobre un Dios que entendemos que no es y que da la nada repudiable virtud de eludir el reproche de «dogmatismo», el agnosticismo es de forma frecuente una manera vergonzosa de ateísmo. Pero el ateísmo, en contra de lo que dicen sus opositores (Frédéric Lenoir, por ejemplo), no es un dogma ni puede serlo.
Múltiple y variado en sus formulaciones, concepción popular e ideal que atraviesa tantas críticas políticas, el ateísmo se contenta de hecho con asegurar que Dios no existe y que, como afirmaba el padre Jean Meslier, «las religiones no son más que invenciones humanas» ¿Dónde se encuentra el dogma en esto?
Simplemente, el ateísmo pertenece a este proceso que pretende reconectar con lo que el hombre es en su nacimiento. Ateo, hombre. Ateo, ¡la humanidad original asimismo! Sólo entonces la raza humana creó dioses, entonces su Dios. Mi gato no se lo cree. El niño tampoco cree en ello hasta el momento en que se le enseña a pensar, o sea, a pensar en lo que no se puede creer.
Son tantos los razonamientos que se pueden esgrimir para contradecir la creencia en Dios que me limitaré a éste: ¿de qué forma, si tenga existencia un Dios, podría haber tenido la idea de enunciar preceptos morales, puramente humanos, además de esto, y muchos de ridículos, cuando habría creado un universo que cuenta, de forma exclusiva en lo que tenemos la posibilidad de observar, como entendemos ahora, con no menos de 10²³ estrellas?
¿Y por qué, tan tarde en la extendida historia de la raza humana? ¿Sería necesario todavía otorgar a este Dios considerado infinitamente sabio haber sido tan «interminablemente megalómano», contradiciendo así de paso dado que se le considere interminablemente sabio? El ateísmo es un modelo de sobriedad y facilidad.
Que es ateo
Los creyentes siempre y en todo momento se sorprenden de que se logre ser ateo. Pero para los ateos, lo asombroso es que se logre creer en Dios. Esto es cierto para muchas religiones. Si hubiera un solo Dios, ¿nos permitiría adorar a otros? El ateísmo no se preocupa de estas contradicciones. Asegura que Dios no es, y punto.
Probablemente, pacíficamente, sin precisar abrasar aquí lo que se ha adorado, se habría adorado a él. Sin odio tampoco. Lejos de la implacabilidad con la que algunos laicos, confundiendo con demasiada sencillez el fenómeno espiritual en sí con sus efectos, atacan, por medio de lo que consideran «signos manifiestos de religiosidad», a los propios fieles.
Por contra, por su tranquilidad y firmeza, la crítica atea a las religiones está siempre impregnada del mayor respeto humano hacia aquellos cuya fe es un patrimonio popular arraigado en su conciencia, así como del consuelo, como afirmaba el otro, de «la criatura agobiada por la desgracia» en este «planeta sin corazón» y en esta «temporada sin espíritu».
Vídeo sobre que significa ser ateo
Vídeo sobre que significa ser ateo del canal: