En esta Semana Santa, la mayoría de las personas opta por ir a la playa o a otros balnearios. Con ello buscan divertirse y salir de la rutina. Pero, ¿cómo disfrutar con sus familiares sin tener ningún riesgo, sobre todo con los más pequeños? Dispensarles el cuidado adecuado es prioridad cuando se trata de llevarlos a esos lugares.
Marielle Tabar, sicóloga clínica infanto-juvenil, dice que es importante tener un cuidado adecuado con los niños cuando van a la playa. Expresa que la edad adecuada para llevar los bebés a ese lugar es a partir de los seis meses.
Expresa que mientras estén en el agua deben llevar siempre puestos salvavidas o flotadores. Colocarle un sombrero y siempre ponerle protector solar para protegerlos de los rayos ultravioleta es imprescindible. En cuanto a las bebidas, deben tener agua, ya que la playa y la exposición al sol pueden deshidratarlos. Por último, llevar una colcha o una frazada para que los niños puedan sentarse sobre ella y así cuidar de que cuando se pongan la mano en la cara, no les entre arena en los ojos.
Riesgos
Dice que los principales riesgos que pueden correr los niños cuando van a la playa es obtener una insolación, que es cuando el niño se expone por un período prolongado al sol sin tener puesto protector solar. Otro factor que incide es que el niño se quiera bañar en la playa sin salvavidas o sin ningún adulto que le acompañe. No se pueden perder de vista ni dejarlo volver al agua acabando de comer.
Tabar explica que es importante no exponerse demasiado tiempo al sol. En caso de hacerlo hay que evitar las horas del mediodía y de la tarde. También no hacer siestas bajo el sol. En caso de dormir, ubique un espacio debajo de la sombra de una palma o una sombrilla.
Para mantener los niños bajo control sin que ellos pierdan el factor principal, que es “la diversión”, los padres deben estar atentos a la actividad del niño, para que pueda tener un espacio para explorar y jugar, pero que no sea distante de sus cuidadores, puntualiza la sicóloga.
Iléana Anselin, psicóloga clínica infanto-juvenil, dice que cuando los padres lleguen a la playa es recomendable buscar un lugar limpio en la sombra. Si no hay una sombra natural se puede crear un espacio con sombra con un parasol o una tienda de campaña diseñada para proteger a los bebés del sol.
Si el bebé tiene menos de ocho meses, es mejor no ponerlo en contacto directo con la arena. Se puede cubrir el espacio sobre la arena con toallas y mantas para que el bebé se acueste o se siente fuera del contacto de la arena. Pero si el bebé tiene ocho meses o más puede ir familiarizándose con la arena y su textura.
Anselin considera que si el bebé está gateando o caminando, es importante asegurarse de que la arena no esté muy caliente ni que haya vidrios rotos u otros objetos peligrosos en ella.
CÓMO CUIDARLOS DENTRO DEL AGUA
Los bebés de menos de ocho meses no deben ser expuestos al sol en ningún momento. Al final de la tarde, la temperatura puede refrescar y le puede empezar a dar frío. En este momento es importante sacarlo del agua y secarlo bien con una toalla.
Anselin recomienda que se bañen cuando no haya muchas olas. Es importante nunca soltar el bebé o el niño en el agua. Es recomendable que el adulto se mantenga en una sección poco profunda para poder agarrar al bebé o niño con más seguridad. A partir del año y medio puede ponerle flotadores cuando se bañe en el mar o la piscina, siempre bajo la supervisión de un adulto.
Si el niño quiere explorar la playa y su ambiente, un adulto debe estar a su lado, ya que cuando son atraídos por el agua, usualmente se dirigen hacía ella. Si están en un grupo grande, es muy importante no perderlos de vista, puntualiza Anselin.